La balada del temeroso
Existen muchas formas de ir por la vida. La de Joel Raffo, hoy por hoy, es esa. El hecho de que hoy su forma sea también la forma de Sporting Cristal es algo que a él lo tiene sin cuidado. Total, dirá Raffo, Juan Seguro vivió muchos años.
El inicio del torneo 2024 está a la vuelta de la esquina y eso implica que la temporada de «Sporting Refuerzos» ha terminado. Y, como es usual, ha dejado más decepciones que ilusiones. Ahora, desde acá donde lo veo, las decepciones son culpa del decepcionado y no tanto del decepcionante. Me explico. ¿Qué argumentos tenías para creer que la dirigencia cervecera iba a seguir esta vez un camino distinto al que ya había seguido antes? Ninguno, ¿verdad? Por lo menos ninguno que resulte verdaderamente contundente. Entonces, si no había motivos para ilusionarte, ¿por qué te ilusionaste? Porque, si estas decepcionado, te ilusionaste. Pero, ¿por qué?
Por el contrario, hay que reconocer que habían pocos motivos para ilusionarse. Acá había que aplicar (adaptándola, claro está) la máxima de sabiduría oriental esa que habla de «eliminar el deseo». El deseo acarrea ansiedad y decepción. Si lo eliminas, te liberas de ellas. Algo así. No me pidas más que, a fin de cuentas, acá intentamos hablar chapuceramente de fútbol, no de filosofía oriental. Pero si pasaste todo noviembre y diciembre tratando de imaginar qué jugador podía venir, cuál es más barato o más caro, cuál serviría y cuál no, pues – déjame adivinar – hoy debes estar bastante frustrado. No creo que me equivoque.
Y ojo que, en gran parte, los refuerzos que sí llegaron han sido – salvo algún «tapadito» por ahí – positivos.
Pero, repito, tu decepción es enteramente culpa tuya. Porque has caído en la ilusión aún sabiendo que la persona de la que dependía tu felicidad es alguien que no está dispuesto a arriesgar el pellejo nunca. Y eso se ve cuando, por ejemplo, ante la posibilidad de romper el chanchito para cubrir el lugar de un sexto extranjero en la plantilla, se decide mejor no y guardar ese lugar para medio año, «a ver si no pasa algo y luego nos vemos necesitándolo».
Entre las cosas que Joel Raffo ha logrado transmitir en estos años destaca, sobre todo en estos momentos, una sensación de temor. Ojo, no de temeridad, sino de temor. Creo que el hombre sabe administrar sus recursos. Pero siento también que cuando muchos creen que llega el momento de arriesgar, Raffo discrepa y considera que lo que llegó fue el momento de asegurar. Y se echa para atrás. Se queda parado. Todo el mundo le dice que avance, que dé el salto, que se arriesgue, pero él siente la pasión irrefrenable de ir para atrás. Siempre a contramano. Entonces, si tú pusieras esta imagen en práctica, cada vez que sale alguna noticia que abre la posibilidad para que Sporting Cristal arriesgue y haga una movida audaz (léase: «Es el momento oportuno para ofrecerle un trato a Canchita Gonzales quien no va a querer jugar en segunda de Arabia un año más»), entenderías que en la cabeza de Joel Raffo se abre una alarma de peligro que le recomienda, como tantas veces antes, adoptar una postura conservadora y no mover nada. Al parecer él siente que pierde menos no haciendo nada que si la jugada audaz fallase. En su cabeza debe ser como cuando te ataca un oso, se sabe que lo mejor es hacerse el muerto.
Existen muchas formas de ir por la vida. La de Joel Raffo, hoy por hoy, es esa. El hecho de que hoy su forma sea también la forma de Sporting Cristal es algo que a él lo tiene sin cuidado. Total, dirá Raffo, Juan Seguro vivió muchos años. Aunque, claro, si Juan Seguro tuvo hinchas, no cabe duda que se pasaron la vida puteándolo.
En fin, gajes del oficio.