La Cancha: Alianza Lima 1 – Sporting Cristal 4

Como prensa acreditada, ayer tuvimos la posibilidad de ingresar a un universo que nos ha sido y nos será totalmente ajeno. Puedo imaginarme pocos lugares en los que mi sensación de no pertenencia sea mas contundente. Avocado a mi labor, guardé la euforia y me limité a observar el partido. 

El tercer gol de Sporting Cristal ha sido el resumen del partido. Una jugada que engloba todo lo que se puede decir. Alianza Lima venía embalado y, a falta de 8 minutos, puso el descuento. Lo que decían los hinchas en la tribuna era que si se abría el arco rimense – cerrado hasta ese momento gracias a extraordinarias atajadas de Patricio Alvarez y a desafortunadas definiciones de los locales – así como entraba una iban a entrar dos o tres. Y ocho minutos parecían una barbaridad de tiempo. Fue en ese momento, justo en ese, justo cuando la gente en Matute volvía a prender las gargantas que las tenían ya varios minutos apagadas, que apareció el Capitán de toda la vida.

Carlos Lobatón no la lanzó a la olla. La puso rodadita, suave, linda para que Gabriel Costa hiciera magia y les recordara a los locales que Leao Butrón ha sido arquero de selección y tiene un presente entre afortunado y regularón pero definitivamente no es el muro que ellos se inventan. La pelota entró suavecita, lenta, mostrándose con lujo como para que todos los presentes lo vean. Yo, que estaba a la misma altura de esa línea de gol, la ví así. El pecho explotó pero déjame decirte que hay veces en que el pecho explota en silencio también. La definición de Costa me dejó perplejo y ni que decir a los miles de hinchas locales que estaban ahí y que, con ese gol, iniciaron su lenta retirada mientras lanzaban sus deseos de que el domingo sea diferente. Yo sentí, mientras veía como poco después Fernando Pacheco cerraba una goleada para la estadística, que había visto la jugada símbolo de este momento.

Y es que sí. Todo eso asemejó a lo que fue este partido. Alianza venía entonado por su rendimiento ante FBC Melgar. Estaban convencidos de que a Cristal le ganaban con la mentalidad del equipo y el empuje de la tribuna. En las graderías apostaban si el marcador iba a ser más o menos abultado a su favor. Pero vino el equipo de Mario Salas y les dejó la perplejidad.

Alegra el resultado de anoche por lo que significa ganarle a Alianza Lima en su casa. Poco más que eso. Yo lo quiero ver como si fuera un amistoso. Un amistoso que jugamos previo al verdadero partido definitorio. Ganar un amistoso alegra pero no define. Creer que un amistoso te da un título es engañarse. No nos engañemos, entonces. En realidad nada está aún dicho y, así como lo digo Pablo Bengoechea en su conferencia de prensa, Alianza está apostando a que esto no se defina en dos sino en tres partidos. Si Cristal no revalida sus credenciales el domingo, vamos a seguir trotando aún. 

¿Algo más?

Sí. Horacio Calcaterra. Desde su convocatoria a la selección nacional, Calca había estado como ausente. No era el mismo. Ayer regresó como en sus grandes tardes. Corrió, gambeteó, armó juego y recuperó balones. Me gustó mucho su despliegue. 

¿Algo más?

Sí, el grito de gol de Gabriel Costa. En el 2016 cuando anotó en ese mismo estadio, ante ese mismo rival y en ese mismo arco no lo gritó por respeto a su anterior club. Hoy gritó, celebró y se abrazó con sus compañeros. Gabo gritó por todos los que no pudimos gritar. 

Nos vemos el domingo.

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