(Getty Images / Raúl Sifuentes)

Bajo la Piel Celeste: Los 36 de Carlitos

Por: Kreuza del Campo

Hace treinta y seis años, un seis de febrero de 1980, nació en la provincia constitucional del Callao, Carlos Augusto Lobatón Espejo, el capitán del Sporting Cristal, el de los goles bonitos.

Hijo de Abel Lobatón Vesgas (ex jugador del Sport Boys, Deportes Quindío, Deportivo Pereyra y DIM de Colombia), el chalaco pertenece a uno de los linajes más importantes del fútbol peruano, integrado por figuras como: Víctor Lobatón (Universitario, Atlético Chalaco), Hugo Lobatón Gálvez (Sporting Cristal, Juan Aurich, Diablos Blancos de Torreón e Irapuato), Manuel Lobatón Vesgas (Atlético Chalaco, Alianza Lima y Sapirssa), Pablo Lobatón Gálvez (Sporting Cristal), Carlos Enrique Lobatón Donayre (Sporting Cristal), Abel Jr. Lobatón Espejo (Sport Boys, Atlético Paranaense entre otros) y Jhilmar Lobatón Espejo (Sporting Cristal), que han aportado calidad a un fútbol como el nacional, estrechamente relacionado con la técnica y el buen toque.

Cuando en casa se respira fútbol, el balompié se convierte en la alternativa natural a seguir; así Carlitos supo desde pequeño que habría de pasar su vida corriendo detrás de un balón, haciendo homenaje al oficio de la familia, dejando el apellido en alto.

Hay quienes ignoran el hecho de que ‘Loba’ se hizo al fútbol en las divisiones menores de Sporting Cristal y contabilizan sus hazañas a partir de su aparición en el ‘Papá’ del fútbol peruano, el centenario Cienciano del Cusco. Carlitos es celeste desde pequeño y el tramo que demoró en volver a La Florida desde su debut en Sport Boys, es solo una anécdota para nosotros, sus fervorosos hinchas bajopontinos.

Es que los últimos años que nos ha regalado Lobatón, realmente han sido de ensueño; goles en casi todas sus formas: pinturas de tiro libre, bombazos de larga distancia, olímpicos pegándole a tres dedos, postales que demuestran con claridad y jerarquía, que Carlos es como el buen vino, mejora con los años.

De su reinado en el Rímac, podríamos decir que el número 27 se ganó su indiscutible titularidad y el cariño de la hinchada con tesón, de peón en el título nacional conseguido en el 2005, fue un alfil en la selección peruana de Markarián en la Copa América del 2011 y terminó de explotar como pieza fundamental del ajedrez celeste, en la obtención del título nacional del 2012. Para el campeonato del 2014, era el referente indiscutible del cuadro de Daniel Ahmed.

Y ya que traemos a colación la obtención de la estrella diecisiete, la temporada 2014 el capitán nos regaló lo mejor de su repertorio, anotando en una sola semana – fecha 7 y 8 del Torneo Apertura -cuatro goles de altísima calidad, que nos hicieron lamentar el hecho de que Carlitos no viviera para siempre dentro del terreno de juego.

Entonces, citando a Víctor Hugo Morales en un relato épico, hemos de decir: ¿De qué planeta viniste Carlitos? ¿Cómo es posible anotar en un mismo partido un gol olímpico y uno desde tu propia cancha, sin siquiera haber llegado a la mitad del campo de juego? ¿Qué te dio de comer mamá cuando niño? ¿Es cierto que papá te enseñó a pegarle a la bola de esa manera? ¿Cómo puedes repetir la hazaña el siguiente partido? ¿Ese pie derecho tiene vida propia? ¿De dónde sale tanta magia?…

Veo las imágenes una y mil veces y como lo hacía Ahmed, sonrío. Tengo al especialista jugando por los míos.

El sábado ante Huancayo, nosotros, cerveceros de corazón, celebramos un año más a tu lado; tu décimo primer año en el club, el cuarto como capitán del equipo, a la cabeza de este sueño colectivo llamado Sporting Cristal. En este período al mando, has sabido dirigir y alimentar la esperanza de un pueblo al que conquistaste con entrega y calidad cada noventa minutos de juego.

De un perfil bajo impecable, tu humildad nos llega al alma, cuando después de un triunfo declaras que hay que seguir trabajando, cuando tras una derrota reconoces la valía del rival y lo felicitas, cuando detienes tu vehículo en movimiento para atender a un hincha, cuando cada gol anotado se lo dedicas a tus hijas, cuando lloras y te quiebras porque mamá te necesita.

Y aunque el fin de semana pasado, el festejo no fue redondo, que estas líneas sirvan para reivindicar el sentimiento, para decirte que en el corazón del hincha celeste, habita un lugar con tu nombre; un espacio en el cual no se olvidan las fabulosas habilitaciones, ni el elegante traslado del balón, mucho menos los goles de altísima factura. Y es que la memoria se aferra a los más bellos recuerdos y los momentos que tú nos has regalado hasta ahora, solo otro celeste sabe:

¡Quisiéramos que fueran eternos!

¡Feliz Cumpleaños Capitán! Pertenecer a la generación rimense que te ve brillar en el césped, es todo un privilegio.

(USI)

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