Palabra Justa: Amplitud Sorpresiva

Ya es costumbre el esquema y los nombres que manda Daniel Ahmed al campo. Ese 4-3-1-2 que nos ha vuelto a acostumbrar a sumar de a tres casi siempre, pero no siempre jugando bien. Hay veces en las que no se juega lindo no porque no queramos, sino por que no se puede. Por más que Ahmed les diga que juguemos por abajo y que no rifemos la pelota, hay circunstancias en el partido que por características individuales y posición en el esquema, el equipo se limita a desarrollar un mejor juego y tiene que recurrir a ceder la posesión, cosa con la que el equipo tampoco está incomodo. Los laterales y delanteros son las principales causas de esos ratos de juego amargo, en donde parecemos perder el control del partido, pero como Ahmed dice; “este es un equipo con oficio” y esa jerarquía es la que nos permite controlar el partido sin necesidad de la posesión, cosa que agrada a unos y a otros no.

Basémonos en el once base con el que está jugando Cristal las últimas fechas.

El punto a favor que tiene el Sporting Cristal de Ahmed versión 2015 es la paciencia, tanto para atacar como para defender. Se puede ver que Cristal busca la jugada, y si no la encuentra, muchas veces retrocede para buscarla de nuevo. Mediante Josepmir Ballón, Horacio Calcaterra y Carlos Lobatón es muy difícil que nos quiten la pelota y nos metan en el ritmo del rival. Lo que nos juega en contra es la falta de amplitud. Al no tener amplitud, la tenencia central de la pelota nos vuelve un equipo predecible. ¿Por qué? Bueno, nuevamente volvemos a los nombres. Sergio Blanco e Írven Ávila, generalmente los dos puntas titulares, no tienen características de extremo natas. Irven ya a jugado de extremo varios años, pero su bajón futbolístico lo han vuelto un jugador fácil de marcar en el 1 vs 1, ¿Hace cuanto no vemos un desborde del “cholito”? Y Blanco ni que decir. Hacerlo encarar por la banda es igual que pedirle a Manco que no salga por la noche (?). Entonces, si la tenemos sin amplitud en el campo contrario, el rival no se va a desgastar y seremos un equipo fácil de marcar. Es por eso que nos ha venido mejor que nos salgan a buscar para agarrarlos mal parados y a raíz de un contragolpe capitalizar.

Otro factor crucial ante la falta de amplitud delantera vienen a ser los laterales. Si se sabe que no se tiene amplitud con los delanteros, los laterales deberían ser los responsables de darle amplitud sorpresiva al equipo. El factor sorpresa viene a ser determinante en los laterales, especialmente en el esquema de 4-3-1-2. Como la mayor parte del tiempo posesionamos la pelota en el centro, las trepadas sorpresivas de los laterales vendrían a ser una de nuestras armas más importantes, pero no lo son. A Alexis Cossio y a Paolo De La Haza, les cuesta muchísimo el oficio ofensivo, y al primero, parece costarle de la misma forma el defensivo. Pero aparte de las limitaciones técnicas, los dos laterales nunca tienen sorpresa para llegar a campo contrario, lo que conlleva a limitaciones tácticas. Trepan por la línea una vez que la jugada ya está por su lado, cuando deberían saber como arriesgar y trepar cuando la jugada esté cambiando de lado para causar sorpresa, y por ende facilitar el ataque bajopontino.

Por más cerebro que tenga el equipo en el medio, por más posesión que intentemos tener, la amplitud tiene que ser usada eficientemente para poder trasladar el control del juego al marcador. Se ha visto que el equipo ha sacado resultados positivos, se ha visto que el equipo tiene la intención de jugar bien al fútbol, pero por falta de argumentos como la sorpresa y la amplitud, nos hemos convertido en un equipo predecible, que capitaliza en contragolpes u horrores del rival y que nos ha llevado a amoldarnos a las propuestas contrarias para sacar nuestro resultado, cuando debería ser al revés.

*El equipo ha tenido facetas de buen fútbol, pero cuando el rival se declara inferior al replegarse, Cristal se pasa de paciente y sólo logra despertar a través del talento explosivo de Joazinho, los cambios de ritmo de Jairsinho o algún blooper contrario, aunque a veces Lobatón nos salve con su magia, claro.

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