Las del Estribo – Décimo quinta fecha del Torneo Clausura 2014

Por: Ernesto Arrascue

Antes del partido contra Los Caimanes, aventuré un pronóstico y escribí en Twitter que este no sería el último ni el más importante partido de Cristal en el 2014. Por supuesto, lo hice pensando en las finales contra Aurich y no en lo que ocurrió después. Y lo hice porque creía que el equipo jugaría un partido acorde a lo que se disputaba en ese momento: la posibilidad de llegar a una final y ser campeones del 2014. De lo que pasó ya se ha hablado bastante. En Arequipa ocurrió lo que tenía que ocurrir y listo. De seis puntos disputados las dos últimas fechas, Cristal solo consiguió uno. Un punto más y ahora estaríamos pensando en Chiclayo y no en este partido que, hasta ahora, no sabemos dónde ni cuándo se jugará. Por especular, de pronto nos vimos involucrados en toda la desorganización y mediocridad del fútbol local. Esa de la que nos queremos distanciar.

Porque esta vez la culpa de lo que pasó es de los jugadores que estuvieron ese día en la cancha. Porque especularon, cierto, estuvieron pendientes de lo que pasaba en Arequipa, cierto, pero estoy convencido de que no lo hicieron con sangre fría, si no motivados por el nerviosismo y la inseguridad que los acompañaba en las últimas fechas. Un nerviosismo que viene desde el partido con Alianza y que el buen resultado maquilló, que en el partido contra Comercio se manifestó en imprecisión y fallas en la definición y que contra Caimanes llegó a lo que espero haya sido su punto más alto y su última versión. Ellos, los jugadores, estaban pendientes de lo que ocurría en Arequipa porque tenían miedo de arriesgar, de que saliera algo mal. La inseguridad era evidente y el resultado, al final, de alguna manera fue un premio porque la pudimos pasar peor.

Luego del último partido del Apertura, cuando la mayoría pedía en una bandeja la cabeza de Ahmed, Soso y todos sus amigos, hice un post en el que escribía que, aunque pareciera una alucinación, creía que Cristal podía pelear el título del Clausura. Lo hice pensando no solo en lo que significa Sporting Cristal en el fútbol peruano, sino porque creía que ese grupo de jugadores era capaz de levantarse en un momento de adversidad y demostrar de lo que estaban hechos. Que al margen del trabajo que estaba realizando el comando técnico, el cual nunca me pareció malo a pesar de los resultados, estaba en ellos toda la responsabilidad de pasar a la historia o de solo quedar como un equipo más en el que se depositaron muchas expectativas y no consiguió ganar nada. Y ya sabemos qué ocurrió: el Clausura ha sido un torneo lleno de emociones y alegrías en los que cada uno de los integrantes del equipo siempre dió algo más para sacar adelante los partidos. Vivimos el gol al último minuto en Moquegua, el tiro libre de Lobatón en Huancayo, las goleadas al Aurich, Universitario, Alianza. Ganamos ocho partidos seguidos, una racha impresionante con la que sumamos 24 puntos. Pudimos ser campeones dos fechas antes. Pero no supimos manejar la presión y volvimos a parecernos a ese equipo del Apertura que ya pensábamos olvidado.

Ahora, que tenemos que jugar una final, repetiré lo mismo que escribí. No será este el partido más importante de Cristal en el año. En medio del caos y el desorden, estoy seguro que los jugadores volverán a levantar cabeza y a darse cuenta que ellos están muy por encima todo esto. Estoy seguro que sea donde sea, saldrán a la cancha convencidos que son mucho más que su rival. Que jugarán con orden, sin errores y, sobretodo, con las ganas y el hambre de gloria que nunca debieron perder. Saldrán, de una vez por todas, a ser campeones.