Balance 2011. Parte III. Los técnicos: Juan Reynoso.

Si no has leído las anteriores puedes darle una chequeada acá: Parte IParte II.

3. Los técnicos: Juan Reynoso.

Lo de Juan Reynoso fue pasar del cielo al infierno en pocas semanas.

Y es que estoy seguro que ahora muchos dirán que no pero desde mi percepción la abrumadora mayoría de los hinchas cerveceros se alegraron, o cuando menos estuvieron de acuerdo, con la llegada de Juan Reynoso al club. Ojo, digo “con la llegada” y es que en ese primer momento Juan Reynoso estuvo en olor de multitud. Y, no lo voy a negar, yo fui uno de aquellos que se alegraron y decidí empujar el carro todo lo posible porque creí que su llegada iba a marcar un antes y un después. Pero poco a poco Reynoso fue minando él mismo su aceptación y su tolerancia para terminar dejando el club en un momento en el que nadie lo quería más en La Florida.

¿Qué pasó pues para que en siete meses pase un técnico de tener tanta aceptación a ser tan odiado?

Pues varias cosas y es dificil englobarlas en tres o cuatro temas. Así que aquí va mi intento y espero que no me equivoque mucho.

1. Los refuerzos. Temporalmente fue lo primero que ocasionó malestar. La noticia de la llegada de Reynoso vino acompañada de noticias respecto a salidas de jugadores y llegada de refuerzos. Estas noticias suelen generar expectativa en la hinchada. Siempre. Pero la hinchada no tenía en la cabeza la idea que Reynoso sí y Reynoso no veía en esta temporada de refuerzos la llegada de figuras descollantes que rompieran el mercado. Reynoso lo veía como la posibilida de tener “su gente” a su lado y por eso escogió refuerzos que conocía, que ya había dirigido, que ya le habían respondido y en quienes confiaba. ¿Por qué? Pues porque Sporting Crista tiene un camerino dificil. Aunque nadie lo dice en voz alta, se sabe que mucho tuvo que ver el camerino en la salida de técnicos que pasaron por La Florida. Se dice que Sampaoli y Bauza (por citar dos ejemplos de actualidad) terminaron saliendo de Cristal en virtud de sendas camitas. El caso de Bauza fue emblemático porque pasó de estar puntero con ventaja de siete puntos el 2005 a quedar segundo. Y entre esos también se puede sumar a Víctor Rivera. En fin, la cosa es que Reynoso llegó y aparentemente pensó: “o traigo mi propia gente o acá me voltean”. Y si a eso le sumas que Reynoso es una persona usualmente desconfiada ….

Pero lo que supuestamente te iba a asegurar un camerino tranquilo terminó distanciándote de la hinchada. Alva fue el emblema de esta situación. Por más que se intentase poner paños frios con  la idea de que “si el técnico le pide es porque sabe hacerlo funcionar”, la verdad es que la llegada de este jugador identificado con el rival hirió el amor propio de la hinchada y mermó considerablemente la paciencia que se le iba a tener. Y el problema con los refuerzos, que ya lo hemos tocado acá, fue que el técnico no supo hacerlos funcionar y tampoco calmaron el camerino.

2. El juego. La verdad es que la hinchada de Cristal, acostumbrada al buen juego, ha sido tan maltratada en los últimos años que llegó a una situación en la que ya ni se pedía buen juego, lo que se quería era dejar de perder. Y por eso es que los reparos sobre el estilo de juego de Reynoso fueron a voz baja en su llegada. Tras la llegada del técnico se vieron algunos partidos buenos aunque sin resultados. Recuerdo el partido con San Martín en El Callao como uno en el que el equipo jugó muy bien pero también hubieron buenos comentarios en el partido que perdimos en Chiclayo. Pero poco a poco se fue perdiendo ese avance y el equipo empezó a mostrar casi nada.

Lo que sí se mostraba era el juego de Reynoso: de cuidar el cero y defender la diferencia. Y ahí los mohines de disgusto se hicieron evidentes. Al  hincha de Cristal ese juego no le gusta porque no es el juego de Cristal, es el juego de la U. Y nada más ofensivo para un hincha de Cristal que pretender jugar como juegan ellos. Esa mezquindad, ese juego rácano, es precisamente lo contrario a lo que queremos y a lo que somos, al fútbol eficaz, goleador, vistoso, de ataque. Y es que encima, jugábamos así y no lográbamos resultados. Reynoso se lanzaba a cuidar el cero pero el cero no se cuidaba, se perdía y luego no teníamos cómo recuperar la igualdad. Cristal atacaba y no le metía goles a nadie. Y esta carencia de fútbol y resultados hizo más evidente una realidad: en Cristal no se veía sistema. El equipo ganaba poco y sin convencer a nadie y perdía viéndose superado por el rival, y mereciendo ámpliamente esa derrota.

Algunos dijeron que eso se debió a que los jugadores se empezaron a revelar contra Reynoso porque los entrenamientos eran como cañón pero en la cancha no se veía nada.  Otros decían que Reynoso no llegó a convencer al plantel de su juego y no se dejó entender. Esto último no debería ser raro toda vez que ese juego es extraño en el Rímac pero si llama la atención que, a pesar de contar con un camerino hecho a su medida, Reynoso no haya encontrado el apoyo de su plantel. Por el contrario, sus refuerzos, aquellos a los que llamó para que le dieran vigor, eran los primeros en jugar mal.

3. La relacíon con el plantel. La bendita rotación. A pesar que lo haya negado en mil voces, en Cristal Reynoso aplicó la rotación. Entiende el fútbol como una disciplina con 22 titulares que pueden jugar todos. Pero no convenció a nadie. En vez de hacer que los suplentes se sientan como titulares, terminó haciendo que los titulares se sientan como suplentes. Y así se ganó la resistencia de varios jugadores. Erick Delgado, por ejemplo, responsabiliza a Reynoso del hecho de que perdiera piso en la carrera por el arco de la selección. Y es que jugando un partido sí y un partido no, nadie adquiere competitividad. Se dice que tanto Rivera como Frezzotti se enfrentaron a Reynoso por el tema de la rotación y eso costó que ambos pasaran varios partidos sin jugar.

Pero el problema no sólo fue la rotación sino que, además, esta no era homogénea. Alva y Espinoza rara vez rotaban y ese hecho saltaba a la vista cuando se veía los casos de Rivera o de Frezzotti que rara vez alineaban.

Lo cierto es que el plantel, que en un momento se vio alterado por la férrea disciplina que intentó aplicar Reynoso, terminó rebelándose de forma pasiva y, subersivamente, empezó a faltarle el respeto. Cuando nos dimos cuenta, Reynoso ya no era el líder de un plantel que lo toleraba pero no lo soportaba y no veían las horas de que se vaya. Se intentó revertir esta situación con reuniones de camaradería pero el tema ya estaba roto. A estas alturas, dudo mucho que Reynoso haya sido capaz de verdaderamente liderar su plantel.

4. La ceguera. Y es que a pesar de todo esto, Reynoso pensó que estaba haciendo un trabajo genial. O si no lo pensó, por lo menos lo decía. Y daba declaraciones señalando que Cristal jugaba muy bien, que perdía sin merecerlo, que ningún rival nos superó y que todo era una cuestión de suerte. Y eso, para el hincha que semana a semana veía a Cristal perder contundentemente, sonaba más a una burla y cachetada. Esa misma ceguera fue la que evitó que Reynoso hubiera podido aplicar correctivos a tiempo aunque dudo mucho de que, aún dándose cuenta, hubiera tenido recursos para aplicar algún correctivo. Él dirige en su ley aunque la realidad demuestre que su modelo no funciona. Por lo menos de falta de coherencia, no se le puede acusar.

5. Los dirigentes.  Su sino estuvo marcado también con los movimientos que se dieron en la dirigencia. Su principal soporte fue Juan Carlos Oblitas y no me cabe duda que si este se hubiera quedado en la directiva, Reynoso hubiera seguido para adelante sin importar resultados. Pero la salida del Ciego dejó sin piso a Reynoso quien tenía que ganarse el apoyo dirigencial con resultados. Y no lo logró. Al final del campeonato, Reynoso ya había perdido el favor de la Gerencia General e incluso, creo, hasta de la Presidencia.

6. Conclusión. Con todo esto, lo que queda claro es que Reynoso no llegó a agarrarle la mano a Cristal. Tenía la idea de desarrollar un proyecto en el que nadie le pusiera peros y creo que por eso no se preocupó mucho de cuidar su relación con la hinchada o con su propio plantel. En un momento en que perdió el soporte y se dio cuenta que tenía que trabajar con el convencimiento de dirigentes, jugadores e hinchas, las cosas se terminaron de perder. Reynoso no tenía ni el consenso dirigencial ni el apoyo de su plantel ni la paciencia de los hinchas.  Y si a esto le sumas que no tenía ni resultados ni estilo de juego definido y agradable, se ve que lo suyo era cuestión de tiempo.

Pero tal vez el principal problema de su gestión fue que dinamitó por adentro la cohesión de su propio plantel. Trayendo protegidos, marginando jugadores en base a una rotación que sólo él entendía y favoreciendo a otros que no mostraban argumentos para jugar, aplicando de golpe una disciplina que – aunque correcta – debió ser introducida de forma paulatina y enrareciendo el clima en el vestuario. Con ello jamás logró cuajar un equipo y en fútbol, si no tienes equipo, no tienes nada. Y cuando quiso obtener respuestas de este plantel, se vio con que no tenía qué recibir de un grupo tan inestable. El error de Reynoso fue interno y eso le costó el puesto y a nosotros medio año de desgracias.

Sus números no son nada auspiciosos llegando a jugar 22 partidos en el descentralizado de los que sólo ganó 5 (sin contar los que nos asignaron en virtud de nuestros reclamos por el cumplimiento de las bases), empató 8 y perdió 9. 23 puntos de 66 posibles, poco más de la tercera parte con un bajo 34%. Anotamos 17 goles (sin contar los de los reclamos) y nos anotaron 27.  En el Intermedio la cosa, en números, se ve mejor. De 7 partidos ganamos 2, empatamos 4 y perdimos sólo 1, anotando 4 goles y recibiendo 3. Esto da un total de 29 partidos jugados, 7 ganados (24%), 12 empatados (42 %) y 10 perdidos (34%). 33 puntos de 87 en juego que hacen el 37%. Anotando sólo 21 goles (una media de 0.72 por partido, menos de un gol) y recibiendo 30 (1.03 por partido). Si ves los números, queda la idea de que con Reynoso, Cristal sólo logró la tercera parte de todo lo que jugó. Bajísimo para un club grande como Cristal.

Pero tanto a nivel del descentralizado como del intermedio, lo indignante no son los números que de por sí son malos. Lo que realmente molestó fue el rendimiento. Como ya dijimos antes, Cristal mostró poquísimo incluso cuando enfrentó equipos de segunda división. Superado por casi todos los equipos a los que enfrentó, ganaba sin convencer y perdía mereciéndolo. De tener un equipo pensado para luchar una sudamericana cuando menos, terminamos peleando la baja y con el técnico afirmando muy orondo que el objetivo era salvar el descenso y que lo habíamos logrado. Osea, un éxito. En fin.

No hay, entonces, un sólo tema que pueda servirnos para poder rescatar algo del paso de Juan Reynoso por Sporting Cristal. Fue para el técnico y para la institución un periodo muy negro.

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