La Cancha: Sporting Cristal 0 (5) – Alianza Unicachi 0 (4)

Lo mostrado por Cristal frente a Unicachi no se merece esta ronquera, esa angustia en la hinchada y mucho menos la explosión de alegría ante el penal atajado por Heredia y que nos dio el pase para la semifinal de este Torneo Intermedio.

Luego de 20 años, Sporting Cristal volvió a ganar una definición en penales. La última vez que lo logramos fue en la definición del campeonato de 1991. Todas las demás definiciones por penales que afrontamos desde entonces las perdimos. Hasta hoy.

Cristal jugó un partido realmente preocupante. Durante más de una ocasión la impresión que se daba era que el equipo de primera era el Unicachi y que nosotros, gracias a las imprecisiones y a los terribles errores que se sucedían en todas las líneas, éramos el equipo de segunda.

Y es que, tras un comienzo ganoso, Cristal fue diluyéndose y mostrando más cosas de qué preocuparse. Heredia se mantenía en el arco. Los centrales fueron Wenche y Rivera, Granda por derecha, Quina por izquierda, Frezzotti en el medio, mas adelantado por derecha Carranza y por izquierda Torrejón. En las puntas estaban Ross y Chávarri, adelante regresó Miguel Ximénez.

Desde el primer intento de centro que realizó Junior Ross, en el primer minuto el partido, lo de Cristal fue pobre. Patada equivocada que, en vez de llevar peligro al área visitante, se fue groseramente desviada rumbo al río Rímac tras superar la altísima valla de publicidad. Esta jugada marcó a fuego el rendimiento de ese jugador que no dió pie con bola en los siguientes 20 minutos hasta que pidió su cambio por una aparente lesión en el cuadriceps. Eso y un bajón en la moral terrible. Todo lo que Ross habría querido ser se perdió junto con ese balón rumbo al río.

Y todo lo que Reynoso quiso hacer con eso.

No hay mal que por bien no venga, dicen, y lo bueno de esta mala presentación de Junior Ross fue el ingreso de Juan Diego González Vigil que mostró lo suyo: temperamento, sudor y sacrificio. Sin ser excepcional, lo del Lobo bastó para destacar.

Pero otro tema que destacó fue que diera la impresión que hay jugadores que no están hechos para este oficio. Lo de Granda fue discretísimo. El muchacho no atina a nada, complicó las salidas, perdió todas las pelotas, no subió nunca, se confundió en la marca. Por el contrario, parece que ya le tienen ganada la moral porque su respuesta ante los reclamos del técnico y sus compañeros fue … intentar esconderse. Si a eso le sumabas que en esa misma banda estuvo jugando Ross, verás que desde el inicio del partido regalamos la banda derecha y que, inexplicablemente era la que más usaba el equipo.

Torrejón fue otro jugador de un bajísimo nivel en un equipo de rendimientos más bien discretos. Discreto fue lo de Chávarry que se escondió el 70% del partido (aunque a su favor hay que decir que reaparece luego de dos meses y se encuentra falto de distancia y de fútbol) y discreto hace rato es lo del Chino Ximénez que, le pone mucho sacrificio, pero ya no acierta en boca del arco. Discreto también fue la línea defensiva que, de lejos, da una impresión de solidez que no tiene. Pero el problema, celeste, no es cuestión de rendimientos individuales.

Cristal fue un equipo muy ligerito que mostró un juego pobre. Esperando atrás gran parte del partido es cierto que mantuvo la posesión pero no complementó eso con presión ni con claridad. El juego siempre fue hacia atrás y las marcas fueron muy suaves y complacientes. Fue constante ver cómo los jugadores del Unicachi – que juega en segunda, no lo olvides – no sólo encaraban a los celestes sino que los superaban con suma facilidad y mostraban que podían abrir la defensa con dos movimientos de cintura.

Osea, no generamos y no marcamos. Preocupante.

¿Y Reynoso? Pues me parece que no está recibiendo del equipo lo que él quiere. Su molestia y sus gritos dando instrucciones, reclamando actitudes y estableciendo correcciones fueron constantes.

Algún cambio se notó con el ingreso de Espinoza y de Palacios. El juego de Cristal se hizo más coherente y en ese momento se dieron las dos oportunidades más claras del partido. Un increíble balón que Wenche mandó arriba a dos metros del arco y un tiro de Chávarry que se fue juntito al segundo palo. Igual fue muy poco.

El empate entonces dejó un sabor muy amargo y las estadísticas empezaron a presentarse en mi cabeza. Felizmente la serie fue impecable para Cristal. Ximénez, Carranza, Fernández, Palacios y Espinoza anotaron sus penales. Heredia, que no pudo atajar ninguno de los primero cuatro disparos del visitante, adivinó bien el último penal y nos regaló el pase. Mucha alegría debido a la angustia de los penales pero, tras esta espontánea felicidad, quedó la insatisfacción de un mal partido de Cristal.

EL INGRESO DE PALACIOS.

Ahora, es cierto que Unicachi demostró no ser un equipito cualquiera. Es un equipo en plena competencia y delata un buen trabajo el hecho de que haya estado jugando seguido y sus jugadores no acusaran un marcado cansancio. Entonces hay que reconocer que ha sido más dificil que lo que todos imaginábamos. Pero … Cristal es un equipo de otro nivel, se supone. O por lo menos se quiere.

El problema, entonces, no es que Unicachi juegue bien – que lo hace – ni tampoco es que hayan sido ellos los que le cortaron a Cristal los circuitos futbolísticos. No. El problema acá es que Cristal ha jugado mal y ello por errores de sus propias líneas, no por que el rival nos pusiera en severos aprietos sino porque nosotros no hemos podido mostrar algo contundente en la cancha.

Otra cosa. Es cierto que este equipo de Cristal no va a ser el que va a pelear el descentralizado. Se supone que van a haber otros jugadores que van a tener lugar en el equipo y que van a potenciar lo que se ve. Los regresos de Vílchez, Yotúm, Advíncula, así como la participación de Rivas y de Alva y algún refuerzo más que llegue, deberían cambiar la cara a este equipo y deberían abrir las puertas a la ilusión de que vamos a mostrar un mejor juego que el que se vio hoy día. Se supone que eso debería pasar. Se supone.

LA ALEGRÍA LUEGO DE LOS PENALES.

Pero, si me preguntas, mientras más vueltas le doy, te confesaré, más preocupado me quedo.

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