¿Quién es responsable de que nos clausuren la casa?

A ver, cervecero, te cuento lo que sé.

Como dijimos en nuestra página de Facebook, el domingo 3 se cumplieron los 20 años del Extremo Celeste. Eso era una efemérides digna de saludarse y de celebrarse por parte de aquellos que están directamente vinculados a la barra popular del Sporting Cristal. Ahora bien, no es mi intención en este momento el alabar o criticar a la barra popular. Todos, más o menos, conocemos las virtudes y las flaquezas de este grupo y se pueden escribir muchos posts e iniciar muchos debates respecto de lo que hace, lo que debe hacer, lo que significa y lo que debería ser.

La cosa es que ese domingo el 20° aniversario se celebró en el Estadio San Martín y hubo música, cerveza, alegría y – como en toda fiesta que se respete – bronca. Pero algo más pasó cuando, en la madrugada del lunes, la gente salió del San Martín y hubieron quienes atacaron las casas adyacentes. Mucho se ha dicho de ese episodio. Tenemos desde hurtos hasta intentos de violación.

Yo aprecio mucho a quienes dejan la garganta en los partidos pero también sé que hay mucho grupo que son puro palomilla y que no me merecen el menor respeto. Asi que, para serte sincero, no me sorprende que me digan que algun integrante de algún grupo del Extremo puede ser capaz de estas cosas. No lo dudo. Ojo, no digo que todo el Extremo sea así o asá. Digo que no me sorprendería que alguno de ellos vea el hurto, la agresión, el asalto, las lesiones, la violación o el asesinato como cosas posibles de hacerlas. En buen cristiano, nadie me va a venir a decir que metido por ahí no existe algún delincuente. Las cosas por su nombre.

Y bueno pues. Esa noticia nos despertó el lunes y al principio me costó creerlo. Pensé, iluso yo, que eso podría ser parte de una estrategia creada para que nos sea más difícil lograr la renovación de la administración del estadio. Luego me acordé del aniversario y fui atando cabos para luego enterarme por ahí que durante la fiesta del Extremo no sólo hubieron enfrentamientos entre grupos, conos y adeptos a determinadas cabezas. También hubo cierta provocación  – antes, durante y al final de la fiesta – por parte de algún grupete de hinchas de otro equipito con muchas deudas y camiseta desteñida. Grupete de indeseables que, para mala suerte, viven cerca de nuestro estadio. Infiero que la provocación a cientos de sujetos ebrios terminó recibiendo una respuesta desproporcionada y delincuencial.

Hasta ahí todo muy vergonzoso. Previsiblemente los vecinos afectados exigieron que sea la institución quien pague los platos rotos y yo recordaba que – hasta donde sabía – el año pasado la fiesta por el aniversario del Extremo se hizo en un local privado por el óvalo de Habich mas o menos. Y hasta donde sabía no hubieron tantos problemas aunque, claro, me imagino que alguna bronca debió haber por ahí. Yo pensaba, entonces, ¿a quién se le ocurrió autorizar el uso del estadio?

Osea, cada quien tendrá su opinión respecto a lo que puede y no puede hacerse en el estadio. Tal vez la relación de amor-odio que tiene el gerente deportivo de la institución con la barra organizada facilitó esta cesión de las instalaciones del club. Tal vez el nuevo ánimo de conciliación que trajo el Presidente tuvo que ver con esta decisión de darle el uso del estadio al Extremo. Yo me imagino que, en teoría, se veía como algo muy romántico. ¿Cómo así? Bueno, pues, 20 años es una fecha importante. Celebrar 20 años y, encima, en nuestro estadio. Bonito, pues. Romántico.

En teoría.

En práctica no se preveía como una decisión muy inteligente. Por varias razones. Para empezar por la potencialidad siempre presente de que esta reunión derive en broncas tanto internas como externas -o, como efectivamente sucedió, ambas – y por que aún estamos luchando por mantener la administración del recinto y lo último que necesitamos es que se generen hechos que Woodman y su gente puedan utilizar como motivos para negarnos – ahora sí con legítimo derecho – dicha renovación.

Entonces, cuando Gustavo Zevallos – Gerente Deportivo del club – sale en conferencia de prensa y dice que “todos los años ceden el estadio a la barra”, uno no puede menos que sorprenderse. ¿De verdad se hacía eso? Caramba.

O sea, un día viene Defensa Civil y señala que en la playa de estacionamiento entran muchos carros. Eso genera la reacción de la dirigencia estableciendo que ya no entran hinchas con carro (de esos que se estacionaban felices de la vida y compraban su entrada) y se limita la facilidad para la prensa siendo nosotros (los blogs adictos a Cristal) los más perjudicados. Uno se entera y dice, bueno, la playa se llena de carros de dirigentes e invitados pero – caray –  si Defensa Civil lo dice hay que cumplir por que, hombre, nadie quiere que nos cierren el estadio, ¿no?

Y ahora resulta que esa misma dirigencia le cede el estadio a la barra para que hagan una fiesta. Manya, que trato diferenciado tan interesante.

Y lo gracioso es que, igual, nos cerraron el estadio.

¿Cómo así?

Bueno pues que Zevallos dijo que cada año el San Martín recibe una fiesta y la Municipalidad Distrital de San Martín de Porres – ya acicateada por sus propios vecinos – paró la oreja y dijo: ¿y estos a quién le pidieron permiso para hacer eso?

Por que, aunque no lo sepas, te lo cuento. La ley dice que si vas a hacer una reunión (por más que sea privada) y vas a tener más de 500 personas (mas o menos) debes avisar a la Municipalidad. Eso por defensa civil y todo lo demás. Resulta entonces que prácticamente el Gerente Deportivo dijo a nivel nacional que hace años venimos faltando la regulación edil y nunca ha pasado nada.

Hoy vino la Municipalidad y, con todo derecho, nos cerró el Estadio. ¿Por qué? Pues porque lo hemos utilizado para hacer una reunión privada con asistencia de más de 500 personas y con servicio de licor y una orquesta. Osea, un fiestón. Y sin licencia. Y encima con incidentes policiales.

¿Cómo podemos ser tan descuidados?

Y me imagino que en la oficina de Woodman deben estar sonando unas carcajadas de campeonato.

Bueno, Cristal deberá pagar la multa que serán, me imagino, un par de UITs (7200 soles ) y comprometerse a no hacer estas cosas sin avisar. Pero luego vendrán los vecinos y dirán que Cristal es el responsable de la actitud de estos muchachos que, borrachos, dejaron salir la vena delincuencial, e hicieron disturbios. Puede que de ahí no pase nada y que el próximo domingo podamos jugar contra Cobresol.

Pero, sin ser necesariamente macabro, puede que luego de esto Woodman vuelva a la carga señalando que Cristal esta usando irresponsablemente este recinto (y algo de razón le tendríamos que reconocer) y que los vecinos se opongan a que nos autoricen el siguiente partido o que Defensa Civil o la Policía Nacional nos limiten algún tema o que, por ejemplo, Universitario se niegue a venir a jugar acá cuando le toque por que, uyuyuy, es un sitio peligroso. Es decir, un bolondrón innecesario.

¿De quién fue la patinada? Las miradas, evidentemente, van hacia Zevallos que, en teoría, debió ser quien autorizó este tema y no previó las consecuencias. Me imagino – porque así pasa en las instituciones serias – que esto debería traer alguna medida interna para que estas cosas no se vuelvan a dar.

Mientras tanto, habrá que cruzar aún más los dedos para que el próximo año podamos jugar en el San Martín.

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