La Cancha: Sporting Cristal 0 – Universidad San Martín de Porres 1

Es sobrecogedor ver cómo todo el esfuerzo, ilusión y trabajo de dos semanas se van al tacho en una jugada desafortunada. Porque, cervecero, coincidirás conmigo en que al equipo, por lo menos hoy, no se le puede reprochar falta de actitud. Si ese fue nuestro problema en varias tardes, hoy la derrota no pasó por ahí.

Pasó por varios errores puntuales. Que de tan puntuales hacen un conjunto grande que se viene repitiendo desde marzo hasta ahora. La salida descuidada de Erick y el mal rechazo de Bonilla nos costaron un gol que, a dos minutos del inicio del partido, ha sido más un regalo de Cristal a San Martín que un logro del equipo blanco. Esta jugada fue una muestra adicional de la fragilidad defensiva que tiene Cristal. Bonilla y Pérez – que tanta seguridad demostraron en otros partidos – no estuvieron a la altura de lo que exigía este partido. Y de errores defensivos venimos hablando hace meses.

Adelante lo de Pando y Néculman – los dos refuerzos traídos especialmente para la liguilla como solución a los problemas ofensivos de Sporting Cristal – fue sumamente discreto. Ninguno de los dos marcaron un real peligro para el rival ni un real aporte para el ataque del equipo. Y de falta de gol venimos hablando hace meses.

Con esos problemas, así tengas el balón todo el partido y así presiones y presiones a tu rival, nunca vas a lograr nada. Como hoy, como hace meses.

Por todo esto, por las expectativas que nos creamos y por el rendimiento pobre que mostramos (que en realidad es incluso algo mejor al que hemos ido mostrando en lo que va del año) ha causado un nuevo enrarecimiento entre hinchada y jugadores. Inclusive el Cuerpo Técnico se metió a la boquilla contra la hinchada. Y si bien no se puede pedir coherencia a la hinchada (que en el partido contra Alianza aplaudió a los mismos jugadores que hoy insultó), si se le debe pedir apoyo. Lo peor que podemos tener ahora es un mayor distanciamiento.

¿Qué lecciones nos deja esta derrota?

Varias:

1. La realidad nos ha dado una cachetada y nos ha recordado, muy dolorosamente, que no damos la talla para entrar en la pelea por algo en este campeonato. Da pena y mucha cólera pero parece que por segundo año consecutivo vamos a tener que conformarnos con quedar en media tabla.

2. En este equipo hay jugadores que merecen una nueva oportunidad. Cáncar, luego de año y medio de un bajísimo nivel, ha vuelto a ser bueno. Lo de Bonilla es preocupante por que el moreno – que tiene capacidad – parece que siempre anda pasado de revoluciones. Entre sus autogoles, sus errores garrafales, los goles que falló y los que evitó (hoy sacó de la raya un gol de Cristal salvando a la San Martín) está siendo más perjudicial al equipo que el mismo Lojas.

3. El proyecto de Rivera no tiene mucho sustento. En 8 meses de trabajo aún no vemos un equipo con una idea clara de juego. Cristal se sigue chocando con los mismos errores que ha mostrado desde inicios de año y el crédito que uno le dio y que quiere seguir dándole termina reposando únicamente en la ilusión de que, tal vez, con más tiempo su proyecto pueda dar resultados (léase: la esperanza de que el 2011 si la pueda hacer). Demasiado poco para un equipo tan necesitado como este Cristal.

4. El pésimo trabajo dirigencial que, con todas las facilidades que supuestamente tiene Sporting Cristal, apenas han logrado armar un equipo para luchar un décimo puesto por segundo año consecutivo. Y el drama es que no se ve una luz al final del tunel con todo eso que quieren volver a traer a Prado. En realidad no dudo de su buena intención pero si estoy casi convencido de que su trabajo en Sporting Cristal no ha sido bueno. El futuro de la institución no tendría que seguir ligado a estos señores. Algún día se irán pero, hasta que eso suceda, no veo muchas sonrisas en nuestro futuro.

Y, bueno, esa es nuestra realidad. Terminamos jugando en un nivel tan pobre que ni el goleador del campeonato puede hacer un gol de penal.

La próxima semana nos vamos de nuevo a Huacho a ver si Dios se apiada de nosotros y, por casualidad – que dudo mucho por otra razón – podamos ganar.

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