«C» de Cauteruccio
Situación geminiana la de no saber si seguir saludando el gran momento goleador del equipo, y de Martín Cauteruccio, o de preocuparse con sinceridad respecto a si este juego – y este plantel – terminará estando a la altura de los objetivos de la temporada.
La Liga 1 lleva jugadas 3 fechas y Sporting Cristal es el equipo más goleador. Esto no tiene nada de extraordinario, casi todos los años anotamos más goles que el resto. ¿Sabés qué cosa sí es extraordinaria? Que, salvo Sporting Cristal, el número máximo de goles de cualquier otro competidor es 6 goles y que Martín Cauteruccio, él solito, tiene 7.
Acá es bueno separar la paja del trigo. Ningún 9, por más letal que sea, mete goles solito. Por más racha goleadora que haya, si no hay quien te la sirva, quien abra la defensa,quien remate y genere el rebote, quien patee el córner, quien la recupere, no se podrían hacer goles. El bonito presente de Caute, entonces, se corresponde con el buen arranque ofensivo del Cervecero.
En los últimos años decíamos, mientras añorábamos un pasado herrerista, que un 9 de jerarquía te puede salvar incluso aquellos partidos que parecen perdidos. Eso pasó el último viernes cuando Cauteruccio, haciendo gala de experiencia, capitalizó una de las pocas que se creó para la Celeste y nos salvó de irnos sin nada. El 9 y su jerarquía salvando partidos. Pero el otro efecto de eso es que el 9 y su jerarquía puede ayudar también a camuflar rendimientos mas bien bajitos. Y lo de Cristal fue, precisamente, un rendimiento bajito.
Nada como para hacer drama (aún) pero sí fue la confirmación de algunos (pre)conceptos. Cristal es como una piedra de alabastro que, en la opacidad, se ve dura y contundente pero, cuando la sometes al castigo de una luz directa, deja ver que es más bien translúcida y débil. El tramite del empate contra Cienciano fue el golpe de realidad que confirma lo que muchos apuntamos durante tanto tiempo: que no puede haber tanta diferencia en juego entre los titulares y los «refuerzos» que fueron traídos para reemplazarlos. Ojo. Los contratados, no las canteras. Porque a un muchacho de las canteras no se le crucifica, se le aplaude y se le da pita para que se asiente. Por eso gustó lo de Alfaro y gustó más lo de Wisdom y por eso desespera lo de Medina que, cuando juega en altura, hace extrañar a Johan Madrid (para que te hagas una idea).
En lo táctico, se pudo entrever alguna idea de cómo Enderson Moreira quiere enfrentar partidos en altura. Se mantuvo la política de llegar el mismo día que se juega, se vio una intención de poner dos líneas compactas en defensa y ceder gran parte de campo y pelota al rival. Pero si tus laterales no están finos, eso no ayuda. La reacción se dió regresando a un 4-3-3 clásico que expuso menos a los laterales pero que no llevó a Cristal volviese a jugar. Aún falta camino que recorrer para afinar el rendimiento en altura y eso sí resulta importante por que, más allá de Always Ready, gran parte del campeonato se va a jugar en estadios de altura. No podemos resignar tantos puntos si queremos salir campeones.
Situación geminiana la de no saber si seguir saludando el gran momento goleador del equipo, y de Martín Cauteruccio, o de preocuparse con sinceridad respecto a si este juego – y este plantel – terminará estando a la altura de los objetivos de la temporada.