Breener celebra el empate ante Mannucci

La Petite Morte

El desfogue que te embarga cuando Sporting Cristal, que venía perdiendo un partido que no debía perder, anota un golazo en el minuto 95, no tiene comparación.

Si tú, que me lees, no has leído el genial libro de Nick Hornby «Fiebre en las gradas«, creeme que te estas perdiendo de mucho. Una persona que invierte parte de su tiempo en leer un blog de fútbol debería invertir más tiempo en leer aquel libro que no es una novela ni una crónica sino más bien un diario personal de quien no sólo gusta del fútbol sino que lo vive y, también, lo sufre. Pero, claro, dependiendo de dónde te pares, el fútbol puede tener más de gozo que de sufrimiento. En el caso de los que elegimos ir por la vida vestidos de celeste, hay más de aquel que de este.

El tema es que, en un pasaje del libro, Hornby compara la alegría de un gol al último minuto con el goce orgásmico. Lo compara y, definitivamente, da por ganador al grito de gol. Los placeres de la carne a veces son sólo eso, carne. ¿Qué quieres que te diga? ¿Por qué gana el gol? Porque el placer biológico es previsible, por lo menos si es que eres hombre, o, en todo caso, sabes que siempre existe un camino a seguir que puede llevarte a la meta deseada. Pero el desfogue que te embarga cuando Sporting Cristal, que venía perdiendo un partido que no debía perder luego de perder uno más importante que tampoco debía perder, anota un señor golazo en el minuto 95 cuando ya no lo esperabas, cuando sentías la tristeza y la frustración recorriéndote las venas, cuando te aferrabas a un hilito de esperanza imposible que se debilitaba segundo a segundo buscando romperse inexorablemente, no tiene comparación. Como dice Hornby, no es que la vida de aquellos que explotamos gritando ese gol carezca de imaginación o sea yerma y triste. Lo que pasa es que, y esto no lo dice Hornby, los placeres de la carne a veces son sólo eso, carne. ¿Qué quieres que te diga?

El otro tema es que en Sporting Cristal estamos poco acostumbrados a estos desfogues. Somos un club que suele ganar más partidos de los que pierde y usualmente ganamos con autoridad. Los finales de los partidos suelen ser el trámite administrativo que sella una gestión exitosa y no la última esperanza para evitar la desazón. Y, con todo eso, creo que este año hemos tenido más goles al último minuto que otras temporadas. Irven Ávila frente a Huracán, Leandro Sosa sobre Binacional, Brenner ante Mannucci. No hay duda de que, para ser media temporada, hemos acumulado un buen conjunto de sensaciones riquísimas.

Esta muy bien. Pero, la verdad, preferiría que el siguiente partido que ganemos – y ojalá sea el que necesitamos ganar – lo ganemos con tranquilidad y que el fin del partido sea sólo el trámite administrativo de siempre. Será sólo carne pero no quisiera que Sporting Cristal haga palidecer, a punta de repeticiones, el gusto que tiene un buen placer carnal. Y es que, a pesar de todo, la carne sigue siendo carne. ¿Qué quieres que te diga?

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