La Cancha: Sporting Cristal 1 – Sport Huancayo 0
Las finales hay que ganarlas, se dice siempre. Los hinchas de Sporting Cristal, además, queremos jugarlas bien y marcar diferencias amplias. No hay de otra, así viene la mano en el Rímac. Ayer, en todo caso, la final se ganó bien pero no se pudo marcar diferencias amplias debido, en parte, a que lo poco que puso el rival bastó para complicarlo y a la pizca de ansiedad – combustible para salir a ganar como señaló el Comandante Mario Salas – que se notó en el equipo.
Por lo pronto, salimos a matarlo y generamos rápido varias oportunidades entre aquellas claras y otras que no lo eran tanto. El parante derecho, el cabezazo de Omar Merlo que pasó elevado, el remate de Jorge Cazulo que pegó en la red, el remate de Josepmir Ballón que se fue desviado, Emanuel Herrera que no llegó a un par de balones cruzados. El nervio estaba ahí, en el arco norte del Nacional, junto a la expectativa de la hinchada celeste que respondió a la llamada de su institución y copó los sectores que le fueron asignados.
Entre jugadas que casi y períodos en los que el rival intentó jugar lejos de su arco, se pasó el primer tiempo. En ese momento Sport Huancayo quiso buscarlo y parecía que no se resignaba a jugar sólo a no perder el partido. Pero era evidente que entró disminuido tanto por el resultado del domingo pasado como por el mismo hecho de enfrentarse no sólo a este Sporting Cristal sino a la campaña de este Sporting Cristal que en Lima está invicto y de local cedió sólo dos empates. Esa loable intención del visitante desapareció en el segundo tiempo. Cristal se hizo dueño absoluto del campo y la pelota, el gol fue cuestión de tiempo. Dentro de un vendaval de ataque celeste en el que se sumaron remates bloqueados, un tiro que Joel Pinto mandó al córner, gambetas dentro del área y toques cortos que buscaban espacios, apareció el servicio de Cazulo a Renzo Revoredo. Renzo le pegó con todo. Lo inabarcable de una contundencia tan enorme que sólo encuentra solaz en las redes infladas de un gol cervecero. El grito de triunfo celeste volvió a llenar el Nacional. Justicia para lo que era Cristal en la cancha y justicia para un jugador apreciado por entrenadores y resistido por la tribuna. Revoredo, que siempre trabajó igual, que nunca tuvo un gesto desafiante a la gente que lo pifeaba, que nunca levantó una ceja cuando la injusticia lo apuntó a él como eterno responsable de todo. Él marcó el tanto que permitió a Cristal pulir su gran campaña en este Torneo de Verano.
Lo demás fue trámite. Carlos Neumann tuvo la única clara de su equipo al minuto del gol cervecero. Sirvió para que Patricio Alvarez se estire con agilidad y lave en algo la imagen de su campaña. Luego, la búsqueda eterna de Emanuel. Todos queríamos cantar un gol de Herrera para que la alegría sea aún más redonda. Pero no fue. Por segundo partido consecutivo, Emanuel no anotó. Pero, ¿saben algo?, no importa. No importa porque el goleador mostró todo en la campaña y así como lo aplaudimos en plena racha, lo vamos a aplaudir en partidos en los que no anote. Porque volverá pronto a anotar y el grito seguirá siendo crónico.
La celebración fue cortita. En Cristal no hay necesidad de inventarse triunfos. Tenemos los logros suficientes en nuestra historia como para saber aquilatar correctamente cada cosa que ganamos. Así, se levantó una copa, se lanzó confeti al aire y se celebró en mitad de la cancha. Pero lo que se celebrará con todo será la estrella 19. Esa que espera en diciembre y que nos hace guiños. Por lo demás, es cálido el aplauso agradecido que baja de las tres tribunas habilitadas del Nacional. Lindo, mi Cristal.
Título justo que refrenda una campaña muy aceptable. Yo pensé que el partido iba a dar como mínimo un 3-0 para Cristal pero bueno, como dice Chalo, al parecer la ansiedad nubló un poco las ideas. Como siempre aguafiestas, considero que un equipo como Cristal debería manejar con aplomo ese aspecto anímico si aspira a cosas mayores.
Esperaba un hat trick de Herrera y apareció Revoredo. ¿Qué puedo decir? No me voy a convertir ahora en un «Revoredo lover». Tampoco voy a mezquinar una aprobación general a su buen trabajo en defensa durante lo que va del año. No sé cuánto tenga que ver tener como compañero de zaga a un tipo con más oficio como Merlo. El fútbol tiene estas cosas. Puedes pasar de héroe a villano o viceversa con mucha facilidad si es que no hay un buen análisis previo. Si me dices que el gol lo hace Revoredo en la final de la Libertadores ante Boca entonces sí hablamos de redención. Porque, para empezar, si se llegara hasta ahí sería porque la defensa estuvo fenomenal, sin errores groseros y definitivos. A nivel local ya estuvo visto que improvisando nomás podemos campeonar. No nos conformemos con lo doméstico. Hay que dar el salto de calidad. Ojalá Salas haya descubierto a ese Revoredo que sólo los técnicos pueden ver y no el hincha común.
Empieza ahora el Apertura. Un pesado camino hacia el objetivo. ¿El campeonato? Debería ser mero trámite si mejoramos la precisión, el criterio y afinamos más la puntería. Con eso logrado, el objetivo real es competir fuera de las fronteras.