La presión no fue suficiente
Está casi evidenciado y comprobado que, hoy en día, la gente suele premiar con sus palmas de las manos más al que corre, ‘empuja’ y no deja de moverse en direcciones aleatorias, que al futbolista pensante, que toca en corto y se mueve para ser opción de pase nuevamente y ‘contagia’ de alguna manera, a los jugadores con características similares que se puedan poner a derecho en dicho asunto.
Estas ‘formas’ de comportamiento del futbolista, es cierto que conmueven en algunos casos a los aficionados, y les transmite una sensación de rigor e intensidad, con la cual se asume en ocasiones por estos mismos, que es la fórmula perfecta para buscar el resultado ganador. Es inexpugnable decir que estas condiciones, son parte de una totalidad, pero no es lo que lleva en la mayoría de situaciones, a la victoria.
Algo que sí es verdaderamente esencial en un juego de efectividad -como podemos observar la mayoría de veces- es el valor que se le da a las decisiones y resoluciones que puedan tener los futbolistas en búsqueda de una remontada, como la que quiso conseguir Sporting Cristal contra un Lanús de Ezequiel Carboni que difiere en estados de juego con el de Jorge Almirón, y ha quedado a la vista en un partido en el que apenas ha inquietado hasta el 86’ a Patricio Álvarez (desde un córner).
Para poder ser efectivo, necesitas con urgencia un grado de resolución depurada. Esta misma, es la que entre Pacheco, Costa o Herrera no pudieron efectuar, tan solo dos veces, en el arco de Andrada. La presión fue una de las cosas positivas de Sporting Cristal, sobre todo en el 1er tiempo, pero esta se fue diluyendo en los posteriores 45 minutos. La vagancia en el trayecto de cada jugador de Lanús haciendo tiempo y demorando acometidas del local, simplemente quedan de lado cuando a su debido tiempo, Sporting Cristal no gozó de una buena posesión de balón.
Dicho queda que la presión estuvo correcta, pero la basculación de Lanús para ordenarse en campo propio, evitó que los de Salas, progresen con pelota dominada en su territorio. Sin volantes que concentren su energía en el balón, es casi imposible entrar en zonas de gestación para luego atacar, como es la idea de Mario. El golazo de Calcaterra, simplemente alargaba una esperanza que se esfumaba por la chimenea y daba una victoria en la estadística, pero sin el premio de quedar en competencia.
Lo ha intentado el equipo, a través de una impaciencia descontrolada por momentos, esta que le ha dado ocasiones de aumentar el marcador por momentos, pero el juego, que es lo que más acerca a un equipo a la victoria, ha estado en gran parte del partido, lejos de lo que se requería para quebrar las líneas granates con triangulaciones que hagan un avance fluido. A pesar del mal trago quedando fuera del torneo, es importante la reacción que vaya a tener el equipo en vista al futuro inmediato. Un equipo en proceso de formación, se ha quedado a un gol de eliminar al último subcampeón de América, y eso hay que valorar para analizar.