Quiero volver a encontrarte.
Hola. Te extraño.
Sabes, sé que siempre estuviste ahí muchos años a pesar que en dos ocasiones de la vida deje de sentir lo mismo – pero no del todo – y te cambié por personas que en un inicio pensé que me querían como soy pero, en verdad, sólo querían cambiarme a mi. Perdóname, confundí un poco de cariño y deje de lado la pasión, el verdadero amor.
Me arrepiento de no haber estado contigo cuando entraste en tu peor crisis el 2007, yo me aleje de tí por completo, me aleje por otra persona y te dejé, luchando en tu peor etapa desde que naciste. Hubo mucha gente contigo, estuvieron todos a quienes conozco, pero sabías que un hombro más no estorbaba, que era necesario. Y el mio, no estuvo. A pesar de los millones de brazos que te sostuvieron, necesitabas también ese empujón, esas palabras y cantos que tendrían que haber salido de mi garganta para ayudarte superar el momento más duro. No estuve pero la mente siempre te pensaba, tal vez estaríamos separados pero a la distancia te juro que siempre te pensaba.
Me alejé de ti hasta el 2011 y fue cuando me di cuenta de algunas cosas. Me di cuenta que tienes la ternura y el gran corazón de perdonar. Me recibiste como si no había pasado nada, como si no te hubiera hecho daño y, de verdad, esa etapa fue mucho más fuerte. Fue encontrarme a mi mismo mientra te veía. El ánimo dependía de tus victorias y derrotas. Si estabas bien, yo también lo estaba; y sí algún momento te ibas mal, no te miento, quedaba perturbado toda la semana hasta que tenía la oportunidad de volver a verte. Eso me hizo aprender que cuando hay amor se lucha y por eso seguía contigo con la frente en alto. Prometí no volverte a dejar. Toda tristeza se iba en cuestión de días hasta que pudiera volver a estar contigo. Nos veíamos sólo una vez por semana, si Dios quería nos podríamos ver máximo hasta tres, pero en todas ellas la pasaba genial. Eras mi mundo, el escape de toda la realidad.
Gracias a ti, conocí nuevos amigos. Gente que me permitió escribir de ti, que me dio la posibilidad de acercarme más a ti. No todo fue felicidad, yo había caído en depresión por el 2012 por diversos acontecimientos familiares, pero aún seguía contigo en tu casa. No te miento, en miles de minutos tenía la cabeza en mis problemas pero estaba ahí, perdóname si no te fui fiel al menos por esas dos horas. Fuiste -eres- la fuente de mis sonrisas, el solo pensar que estaría contigo me sacaba sonrisas. Pensaba en ti día y noche. Canalizaba todos mis sentimientos negativos y trataba de botarlos haciendo cosas para ti, cosas buenas, cosas que hasta gente me agradeció que las comience hacer.
Gracias por el cierre del 2012, muchas gracias. ¿Crees que me importaba navidad o año nuevo? No, sólo me importó ese logro que habías conseguido después de 7 años. Los dos triunfando, bailando, cantando, celebrando, llorando. Aunque pase el tiempo, pienso que quizá nunca vuelva a sentirme como ese día, sin preocupaciones, como un niño. Porque eso era ante ti, un niño que no quería llegar a su casa porque todo lo que necesitaba lo encontraba contigo. Hasta el día de hoy veo el vídeo de aquel 9 de diciembre y lloro. Lloro porque los hombres también lloran, pero con un llanto distinto, de satisfacción. Yo sé que me entiendes.
El 2013 seguí con el mismo compromiso, faltando al trabajo para verte, consiguiendo dinero para acompañarte. La historia no termino como el año pasado, tuviste momentos duros donde nos dejaron miembros de la familia. Los había conocido, me habían hecho feliz y me dieron la posibilidad de hinchar el pecho de orgullo. Para mi esos acontecimientos fueron los que hicieron que no lograras triunfar. Estábamos tan golpeados. Fue difícil recuperarse.
Y luego pasó lo que no tenía que pasar. Otra vez me aleje de ti. Conocí a alguien y, necio yo, me aleje de ti. Por un momento había intentado que ustedes dos se junten. La llevé a tu casa a que te visite y todo. Le hablaba de tí todo el tiempo, le conté sobre tus días de júbilo y gloria – que son tantos. Pero hay gente que es negada para estas sensibilidades. ¿Sabes qué llegué a hacer? ¿Recuerdas aquella revista especial que me regaló mi abuela donde estaba la portada del Tricampeonato? Se la dí para que la lea, pensando que así podrían encontrarse y quererse. Nunca la tocó y, encima, la perdió. Fui un estúpido. Aún a pesar de eso, tengo que serte sincero, todo estaba bien, juro que sí. Estuve convencido que podía con ambos pero vino una fecha terrible e, ingenuo yo, pensé que me habías decepcionado. Como si eso fuera posible. Como si no fuera evidente que entre tú y yo, el único que decepciona, soy yo. Pero ese día no entendí nada. Te ganó un rival indigno, que jugó a lo más elemental y te terminó anotando un armenio. La desazón me perdió. Sentí que ya no íbamos en el mismo camino, que tendríamos que esperar quizá más adelante que el destino nos junte. Me alejé de ti con soberbia, pensando que podía separarme de ti y verte con condescendencia. La necedad es atrevida.
Meses después regresé porque estabas enseñándole a todos que siempre se pueden revertir estados adversos. Fue un día de septiembre. Gran día. No me importó nada. Ella, celosa de ti, no paró de reclamar y a mi no me importaba nada. Era día viernes, en hora punta, en medio del infernal trafico limeño – nuestra ciudad, tuya y mía -. Me llamaba y llamaba, llamaba a mi familia porque tenía que ir a un concierto o alguna tontería de esas. Mi amigo se reía, a mi no me importaba nada. Claro, luego vino el drama pero todo valió la pena. Tú siempre vales la pena.
Las historias nunca terminan bien. Ella se fue y ahora ando confundido. Sé que siempre estarás para mi, pero siento en el alma que no te merezco como antes, que te he sido infiel a pesar que te prometí no serlo y ahora no sé si tengo capacidad de mirarte a la cara y prometerte otra vez que no te voy a dejar. Yo quiero sentirme como aquellos años del 2011 al 2013 pero, ¿y si te fallo otra vez? ¿Volverías a perdonármelo? Algo me dice que sí, pero no quiero abusar de tu confianza y tu compasión. No te miento, estos dos últimos meses he ido a verte cara a cara, pero aún tengo el dolor y la confusión que me dejó este último episodio. No me he sentido bien. ¿Qué por qué te escribo? Te escribo porque te amo. Te escribo porque me acabo de dar cuenta que eres el amor más bonito, el que nunca falla. De verdad lo eres. No te miento.
Si hoy estoy acá es porque te necesito. Necesito desesperadamente saber de tí todos los días, abrir cada 10 minutos los portales para saber qué hablan de ti. Necesito emocionarme contigo, necesito botar toda la ira que siento con goles tuyos. Necesito un abrazo entre mis amigos celebrando, hablar de ti por días y días, hablar de los jugadores, del rival, de la prensa que nos odia, del técnico, de Cazulo, de las historias, de los partidos históricos y necesito escribir de ti. Tengo necesidad de ti.
El domingo es un partido importante, de aquellos en los que te has acostumbrado a llenar de felicidad a tu gente. Pero, aún así no sea uno de esos, no me importa. Siempre vas a estar ahí y yo quiero estar a tu lado. Trataré de devolverte todos esos días que no estuve, trataré de romper la garganta por todos esos cantos que no te di y trataré desenfrenadamente de alentarte.
Así, cuando la voz se canse de alentar, cuando las piernas se canten de saltar, lo haré con el corazón porque – contigo – la ilusión es más grande.
Eternamente tuyo,
Yo.
Escribes ben, te felicito, me gustó , la forma y el fondo.
Caramba que interesante!, te admiro porque yo no tengo esa inspiracion que a ti, sobra, pero resumiendo el contenido debo decirte que todo lo narrado por ti, es tambien mi sentimiento aunque no lo creas y hasta diria : TE GANO! je,je,je….porque? porque cuanto daria por estar ahi cada vez que juega mi Sporting Cristal.
Saludos Californianos