La Cancha: Sporting Cristal 3 – Universitario 0

Las noticias provenientes de La Florida antes de este partido hablaban de una genial semana de trabajo. Todos estaban conformes: jugadores, cuerpo técnico y auxiliares. Todos destacaban el compromiso con que se trabajó, el ahínco que se mostró en los entrenamientos, la concentración que se tuvo y las ganas de que – esta vez – el triunfo sea cervecero de una manera incontestable. Se cumplió lo planificado y se llegó al estadio con mucho convencimiento.

Convencimiento que se notó incluso en el trabajo pre-competitivo. Sporting Cristal no hizo trabajos individuales sino que se enfrascó en un camotito a un sólo toque en espacios reducidos para luego trabajar con el Profesor Juan Manuel López – preparador físico – de una manera novedosa: todos juntos en una rueda de unión. El equipo se notaba unido, se notaba comprometido, se le veía convencido.

Y en la cancha se vio un buen partido. Un partido distinto a los que se veían. Con un Cristal que respetó su idea y su orden y la buscó aplicar frente a un rival ligerito que se desacomodó rápido. Si me preguntas, Cristal empezó a ganar el partido en el medio campo. Mientras el rival tenía en Torres y sus descolgadas la principal arma de ataque, nosotros tuvimos en Cazulo, Lobatón y Calcaterra un medio campo que hizo del sacrificio una consigna y de la rapidez una obligación. Cristal recuperaba las pelotas lo más rápido posible y las repartía – con criterio y precisión – a ambos lados. El lado derecho – el de Maxi – fue una puerta abierta y Ampuero nunca encontró al argentino. Las dos que tuvo Maxi – que se fueron por poquito – fueron iguales, su marcador no sabía que estaba pasando y el balón no entró sólo porque el fútbol quiso que Maxi encuentre el gol en una jugada en la que no sólo mezclaría técnica sino rabia y pundonor.

Pero antes de eso, Cazulo provocó un penal en el enésimo ataque cervecero. Penny, mientras tanto, intentaba mantenerse caliente ya que el rival no llegaba con peligro. Fue Cazulo el del remate al arco que se desvió en la mano del defensa visitante. Y así como fue Cazulo, tranquilamente hubiera podido ser Blanco, Maxi, Irven, Loba, Calca o Yotún. Con todos ellos atacaba Cristal. Y cuando la perdía, cualquiera de ellos la recuperaba pronto, antes de que el rival pudiera siquiera cruzar el medio campo.

La ventaja de 1 gol al descanso fue mezquina. Cristal había impuesto su juego frente a un rival que no tuvo – ni tiene – mayor argumento para justificar esa diferencia que echándole – cómo no – la culpa al árbitro. Linda herencia que Universitario recibió de los 90’s y de Alfredo González y que la utiliza con asiduidad: cada vez que lo superan tienen que echar la culpa al árbitro. Para ellos eso es natural. Es como cuando sus tribunas aplauden con locura y hasta el éxtasis cada vez que uno de sus defensas revienta una pelota a las tribunas. Y levantan el dedo acusador olvidándose que en los últimos 30 años de fútbol peruano, el único caso documentado y comprobado de corrupción le corresponde … precisamente a Universitario. ¿O acaso ya nos olvidamos de Gonzalez, Mallqui y el Torino de Talara? Ya, el club que tiene esa mácula en su historia, ese es el club que quiere justificar su pobreza futbolística apuntando a un árbitro que sí se equivocó en varias jugadas puntuales pero que no modificó el desarrollo del partido.

En el segundo tiempo, el gol fue cuestión de minutos. Con el rival que no sabía marcar ni atacar, Loba encontró la vía de la magia e Irven el espacio para mostrarse. Sacó con el hombro a su marcador y desparramó a Carvallo tan largo como és, frente a su tribuna para que vean cómo quedaba regada la dignidad y anotó a placer en el arco norte.

La expulsión de Yotún asustó. Pero Cristal demoró poco en sacudirse del temor y en imponerse de nuevo en la cancha. Esperó al rival con orden, compactito atrás, cerrando espacios y soportando los pelotazos y centros con que nos bombardeaban. Era lo único a lo que podía apostar el rival. Luego, cuando Cristal se acomodó, hicimos oles. Con 10 jugadores, les terminamos de dar el baile. La fuga de tondero fue, claramente, celeste y las palmas venían de la parcialidad cervecera que nunca abandona.

¿Y Maxi? ¡Que huevos los de Maxi! Alexi Gómez entró a la cancha y pateó a Maxi con deslealtad, luego frente al árbitro le mentó la madre y lo quiso buscar, se enfrentó a Irven, a Calca, a Loba. Agrandado por la prensa, inventado como la camiseta que defiende, despertó la rabia de Maxi. En el tiro libre, Loba se la sirvió y él, en vez de lanzar el centro para los celestes que estaban en el área, decidió por la gambeta. Dejó dos estacas vestidas de guinda en medio del área y definió al costado. Esta vez el balón sí entró y Maxi gritó su rabia con el alma. Gritó por la semana de sacrificio, por los meses de resultados adversos y por lo irrespetuoso del rival. El fútbol quiso que Maxi anotara su gol frente a la hinchada de la visita. Gritó gol con toda el alma y en todo el lado norte del Nacional la gente pensó que gritó «¡Arranquen!». Maxi se sacó la camiseta y la revoleó al viento para que cubra toda su alegría y la gente del lado norte del Nacional entendió que estaba agitando una bandera a cuadros porque iniciaron – en el rito que se repite una y otra vez – el mismo abandono de todos los partidos en que Cristal lo golea. Tres veces en los últimos cinco partidos. Esa gente, convenzanse, no vienen a ver a Universitario porque Universitario sigue jugando y ellos se van. Esa gente viene a ver a Cristal. Porque cuando no juegan con Cristal, ni siquiera se aparecen, y cuando Cristal cierra el espectáculo, se van.

¿Y ahora?

Ahora a pensar en el partido del domingo. Quedan tres días y si no se ganan puntos de visita, estos triunfos van a quedar en anécdota. El tiempo de celebrar la goleada fue ayer en la noche y ya terminó. Hoy el equipo regresó al trabajo. Trabajó para conseguir lo más importante: el retorno al fútbol y la recuperación del respeto a la institución. Los torneos vendrán como consecuencia.

La historia de Cristal marca siempre que es el único club del país que se preocupa por el «cómo». Mientras unos se acostumbran a celebrar cualquier cosa o a celebrar el «no perder», a Cristal siempre le ha interesado más la forma cómo se gana que el hecho simple y ladino de ganar. La hinchada cervecera, por eso, es exigente y ayer se retiró feliz. Por que se le ganó al rival de toda la vida demostrándole que una cosa es jugar fútbol y otra cosa muy distinta es patear el balón. Pero esa alegría también deja abierta una crítica y una esperanza. Crítica porque se ha demostrado que siempre se pudo, que se necesitaba compromiso, liderazgo y convencimiento. Y esperanza de que ese compromiso, ese liderazgo y ese convencimiento hayan llegado al Rímac y se queden ahí.

¿Algo más?

Si. En los últimos 5 partidos contra este rival hemos anotado 10 goles y hemos recibido sólo 3. Este es el 10° partido que jugamos en 4 años y medio. Sólo hemos perdido 1 partido. Nadie lo va a decir, la prensa que sostiene el invento quiere mirar para otro lado. Por eso que tenemos que decirlo nosotros: Hace cuatro años y medio que tengo de hijo, hijo.

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