La Cancha: Alianza Lima 2 – Sporting Cristal 1

El progreso que Sporting Cristal había mostrado en su juego, tal como lo dije antes, no era pues simple «cuestión de tiempo» a pesar de aquellos que, sintiendo que todo se arreglaba, nos mandaron callar, mirar y ¿aprender? No es que anteayer estábamos verdes y ayer ya estamos bien. Por el contrario, si algo había mejorado se debía a decisiones, decisiones que ayer no pudieron tomarse de la manera efectiva. Fue un mal partido en todas las líneas posibles. A Alianza se debía ganarle poniendo más de lo que habíamos puesto hasta el momento y se perdió, merecidamente, mostrando mucho menos de lo que se mostró en los últimos partidos.

Es probable que yo termine siendo repetitivo pero, para mi, mucho tiene que ver en los resultados la forma en que Cristal afronta el juego. Aplaudo el buen juego basado en el pase preciso, la gambeta adecuada, el orden táctico y el ataque constante con posesión. Es mi forma de entender el juego y, por ello soy hincha de Cristal, es la forma histórica en que he visto que Cristal juega y obtiene logros. En nuestra historia no entran partidos en el que hayamos logrado algo estacionando el bus o jugando a lanzar el balonazo arriba al afortunado de turno. Y las cosas me muestran que, en eso, no me voy equivocando.

Cristal llegaba con fechas de haber jugado buen fútbol y ayer perdió un partido en el que volvió a jugar como hace dos meses: a la desesperada, confundiendo rapidez con balonazo, confundiendo «toque en primera» con «tócala a cualquier lado», «ataque con posesión» con «lanzate arriba y a ver cómo regresas». Cristal demoraba entre 30 segundos y 1 minuto para recuperar el balón gracias a una falta total de agresividad en la presión y en la marca, y lo perdía en 2 segundos gracias a un pelotazo arriba que siempre, siempre, fue bien controlado por la defensa local. Ayer vi todo eso y por eso no sorprende que Alianza Lima nos haya ganado con justicia y, en algún pasaje del partido, con lujo y superioridad.

Es cierto que al final tuvimos mayor posesión, que Manuel Garay regaló un penal y que el autogol era totalmente evitable, que Leandro Leguizamón tuvo una chance de empate en el último segundo y que Edinson Chávez estrelló un cabezazo al palo. El problema es que, a pesar de todo eso, la sensación que dejó Cristal fue que no tenía argumentos serios para pretender más que el honor de no irse con el marcador en blanco.

¿Todo eso es culpa de Daniel Ahmed? Es responsabilidad de Ahmed, indudablemente. Pero acá yo quiero hacer una diferenciación y es que, más que perderlo Cristal, el partido lo gana Alianza con lo que es – hoy por hoy – «su» nueva manera de juego, con poco, feo, desluciendo su historia, como quieras. Pero desde mitad del primer tiempo, Cristal terminó jugando a la manera que quería Sanguinetti y no a la manera que quería Ahmed. El técnico de Alianza planteó la situación de tal manera que no sólo su equipo seguía sus instrucciones sino provocó que el nuestro empezara a hacer precisamente lo que él esperaba. Estoy seguro que muchos técnicos sueñan su partido ideal y este ha sido el de Sanguinetti. Recordará cómo cada una de sus decisiones sirvieron para controlarnos, primero, y luego llevar a Cristal a entregarse. Si el partido pasado Sanguinetti le ganó a Ahmed con suerte, el de ayer lo ganó con merecimiento. Y Ahmed, aún no tiene cómo reaccionar.

Y no tiene cómo reaccionar porque aún ese equipo no es «su» equipo. En Alianza Lima hay un técnico con una idea que ya caló en su plantel y que puede hacer modificaciones a esa idea para que ese plantel se acomode al rival de turno. Alianza se acomodó a Cristal, nos presionó mucho en el medio cambio y nosotros dejamos de jugar por ahí, le puso mucha marca zonal a Carlos Lobatón (entre 4 y 5 jugadores se lanzaban a incomodar a Loba cada que tenía el balón), y Loba desapareció, pegó a sus centrales a Irven Ávila e Irven se salió del área, presionó en los costados y nuestros laterales – incómodos – lanzaron pelotazos a cualquier lado y perdieron precisión. Nos ganaron jugando.

¿Y Cristal? Tuvo el partido durante 10 minutos, mientras funcionaba la fórmula del local. Y es que ya lo habíamos dicho antes, Cristal jugaba mejor porque Ahmed tuvo que hacer un cambio radical de su idea para evitar que el equipo se termine de desmoronar. Lo hecho hasta este momento (consolidar un sistema, un equipo, apostar por jugar bien) le bastaba para hacer partidos correctos pero había que ver si alcanzaba para partidos duros. No alcanza. Ahmed ha logrado por el momento sólo evitar que la máquina se despedace, juntar las piezas y hacer que funcionen pero no tiene cómo aún meterle presión a esa maquinaria para que dé más de lo que buenamente puede dar. Por eso se le ganan a equipos chicos y por eso no se le ganan a equipos complicados. Si Ahmed hubiera querido armar un equipo para jugarle a Alianza, lo habría desarmado de nuevo. Y creo que él lo siente igual. Mandó a Cristal para que haga lo que venía haciendo, Alianza no nos dejó, y punto. No se podía hacer más. Por que el cambio de sistema iba a desarmar lo poco que teníamos, por que la banca fue mal elegida y no hubo un jugador que pudiera darle vuelta al tema. Por eso es que el partido pedía replanteamiento desde el primer tiempo y éste nunca llegó. Algunos le llamarán, tal vez, falta de experiencia. Esa que Ahmed recién va juntando y que Sanguinetti (que de formación no sabe un pomo pero de dirigir equipos de primera sí) tiene en mayor cantidad. Y la cuestión subyacente de qué es lo que necesita Cristal y qué es lo que tiene.

¿Entonces fue sólo eso?

No. A estas alturas creo que ya todos aquellos que hablaron alguna vez de «camitas» saben que esta no existió ni existe. A veces los malos rendimientos no se deben a camita a pesar que la corriente del  «Boconismo – Liberismo – Pensamiento Depor» quiera hacernos creer que, si juegan mal, es camita. En Cristal no hay camita pero sí hay irresponsabilidad y torpeza. Torpeza del jugador profesional que, sabiendo la manera que debe jugar, es incapaz de detener un segundo el pensamiento y tomar una decisión correcta y ejecutarla de la manera correcta. Que el jugador «esté a mil» no es excusa para no pensar. Esa es la diferencia entre un profesional y un simple jugador. El profesional TIENE que pensar y de esos, incluso en planteles grandes como el celeste, no hay.  Y también irresponsabilidad, irresponsabilidad de no asumir el peso que cada jugador tiene en la cancha y, al contrario, asumir poses de autosobrevaloración que no se condicen con lo que se da y que nos llevan a un jugador que juega «sobrador» cuando el equipo está zozobrando y necesita esfuerzo más que ínfulas.

Con Lobatón controlado e Irven desaparecido, precisábamos del esfuerzo que pudieran dar Horacio CalcaterraYoshimar Yotún y Luis Advíncula. Luis prefirió jugar a la alocada sin pensar en lo que hacía y complicó salidas y anotó un autogol. Calca simplemente dejó la precisión en la ducha de su casa y Yotún hace varios partidos que viene pensando que su juego y habilidad son demasiado para este campeonato y este Cristal y por eso, prefiere, no mostrarlo, jugando con irresponsabilidad y lanzando balonazos a cualquier lado, complicando jugadas que podría resolver de manera más simple y fallando en salida pelotas que debería asegurar. Molesta, sobre todo, porque es un jugador de selección con un nivel técnico apreciable pero que viene concatenando varias decisiones erradas que lo único que logran es alejarlo de sus propios objetivos.

En fin.

¿Se derrumbará Cristal?

No. No creo. Es probable que el jueves goleemos al Huancayo mostrando niveles tan altos de fútbol como mostramos en las últimas cuatro o cinco fechas. Pero, para salir campeón, eso no basta.

¿Qué esperar?

El panorama de las cosas no creo que cambie mucho en las próximas semanas. Muchos esperan los refuerzos que la Comisión de Fútbol va a contratar. Yo no guardo muchas esperanzas. Si mantienen la idea que han mostrado en meses anteriores, posiblemente contraten a algún jugador – tipo Mimbela o Larrauri – pensando en las necesidades del equipo para el 2016 o 2017. O quizá para apoyar en el crecimiento de algún jugador que necesita estar un año en un equipo ordenado antes de que su representante lo mande a Portugal. Ojalá la Secretaría Técnica tenga opciones valiosas y ojalá se le haga caso a su opinión profesional. Pero, como te digo, en refuerzos no yo apoyo mi confianza por un mejor Torneo Clausura.

Por lo demás, hay que esperar que avance el año.

Costo de un proceso, dirán varios. Costo de varias decisiones apresuradas y mal tomadas, diré yo.

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