La Cancha: Juan Aurich 2 – Sporting Cristal 2
¿Cuán distinto puede ser un empate de otro?
¿En qué te basas, más allá de la simple aritmética, cuando afirmas que un 2-2 es más (o mejor) que un 1-1?
Yo no sé ustedes pero lo que es yo siempre le he pedido a mi equipo algo más que simples resultados. Si sólo pidiera resultados, posiblemente sería hincha de otro cuadro, de esos que viven reventando la pelota a las tribunas y sintiéndose orgullosos de eso.
Pero yo a Cristal le pido algo más que un triunfo. Yo le pido que “sea Cristal”.
¿Y qué es “ser Cristal”?
¿Cómo puedes saberlo? ¿Cómo puedes estar seguro de su significado? ¿Por algo es que siempre cantas “Ese es el Cristal que quiero ver” oreclamas y desconoces al equipo diciéndole “Ese no es Cristal”?
Concluyo, entonces, que hay algo que identifica a Cristal. Que sólo una cosa es “Ser Cristal”.
Y si bien es cierto que para rebuscar esa identidad, ese “Ser Cristal”, se tendría que conversar mucho y discutir bastante, yo podría, a riesgo de equivocarme por apresuramiento, darles alguna idea de lo que en mi cabeza significa “Ser Cristal”.
“Ser Cristal” es tener conciencia de que eres grande. De que tienes un compromiso que va más allá del resultado del partido y que te obliga a respetar una historia, una camiseta y una hinchada. Que siempre, estés ganando o estés perdiendo, debes ir a buscar el arco del frente. Que tu rival debe enfrentarte, ya sea ganando o perdiendo, con miedo. Con temor por que a pesar que sea superior a tí, sabe que tienes los argumentos, o las ganas, o la vergüenza, o la furia necesarias para asestarle un golpe. “Ser Cristal” implica que nadie puede atreverse a mirarte por encima del hombro.
¿A qué viene todo esto?
A que ayer el equipo me pareció mucho más “Cristal” que en otras ocasiones.
¿Por qué?
Por que simplemente se negó a entregarse a la fatalidad. Por que jamás renunció a saber que el partido siempre estuvo ahí. Por que se sobrepuso a las contrariedades, por que apretó siempre y producto de esa presión es que logró igualar un partido que injustamente vino perdiendo.
El partido contra Gálvez había dejado varias deudas pendientes. En aquella oportunidad el equipo, enfrentándose a un rival de menor jerarquía, se dejó estar y dio la impresión de que le faltó una idea de cómo canalizar la fuerza que existió por momentos. Cristal, sin poder concretar sus ganas, le daba la espalda a su condición de grande y dejaba de meter miedo a su rival.
Pero eso, precisamente eso que originó las quejas de la hinchada, fue algo que no se vió en este partido y, desde dónde yo lo veo, ese es el secreto por el que el empate anterior llenó de disconformidad al pueblo bajopontino y este, en cambio, no.
Por que se mostró grandeza, lucha. Por que se le dejó bien claro a Aurich que no basta ganar dos partidos en Copa Libertadores para querer “ser grande” o “tener historia”. Que contra Cristal debía sudar el doble. Y así fue.
Muchos temíamos que en este partido nos encontráramos con un equipo mucho mejor parado y con más oficio que este Cristal del Chino Rivera pero la verdad fue que, lejos de esa idea, lo que se vio fue un choque de potencias. Un Cristal bien parado que no sólo soportó los intentos del local sino que lo enfrentó con una propuesta vertical.
Eso es quizá lo que más conforme me deja. Durante largos partidos, Cristal armaba un juego inofensivo con pases al costado y con proyecciones de laterales que lanzaban centros sin sentido. Ahí se vio un cambio y es que el juego se hizo más vertical y a los centros se les añadieron jugadas que ampliaron el repertorio ofensivo de la celeste.
Tal vez se deba a la presencia más adelanta de Yotúm, ahora sí por izquierda, o a que Carlos Lobatón ya está recuperando el nivel habitual, pero lo cierto es que Cristal atacó bien y mejor en este partido. Sinceramente, si alguien tenía argumentos para ganarlo fuimos nosotros.
El empate, entonces, se explica con dos cosas. Primero que no pudimos concretar las oportunidades necesarias tanto por falla en la definición como por mala suerte. La segunda es que el árbitro se equivocó terriblemente en jugadas claves.
Empecemos con la primera. A diferencia de los partidos anteriores donde se criticaba el hecho de que Cristal no pateaba al arco (como en Chimbote o en Ayacucho) y que los pocos remates que ensayaba eran malísimos, este partido en Chiclayo mostró ataques más incisivos de Cristal y una mejor puntería. El arquero local tuvo que intervenir en varias ocasiones por que tanto Lobatón, Palacios, Ximénez y Yotúm tuvieron grandes posibilidades e incluso el palo negó a Yotúm un golazo en el segundo tiempo.
Si Cristal hubiera anotado una más de esas oportunidades, otra hubiera sido la historia.
Y, ojo, a diferencia de otras oportunidades donde se critica la falta de gol de los delanteros, creo que todos coincidiremos en que este partido no merece reproche. ¿Por qué? Por que las fallas son parte del juego. Y sobre todo por que los atacantes de Cristal no fallaron por displicencia o por falta de talento. Los remates fueron buenos pero no entraron por que en el fútbol nunca entran todas y porque, a fin de cuentas, al frente también tienes un arquero que puede tener una buena tarde.
La segunda, sin embargo, sí es para indignarse. Indignarse por que se nota que Cristal hace su tarea. Los jugadores ponen todo y el técnico para un buen equipo y plantea un buen partido. Pero que te cobren un penal por una jugada sin intención que tranquilamente pudo ser dejada de lado y que te anulen un gol cuando cuatro jugadores locales habilitan al ariete cervecero, eso si es un robo.
La razones de esta pésima calidad arbitral en el Perú son varias y se repiten hasta el cansancio. Lastimosamente eso es lo que tenemos hoy por hoy y mientras no se haga algo contundente, es lo que vamos a seguir teniendo. Cristal, por ahora, puede hacer dos cosas al respecto: sentirse desdichado de esta situación o simplemente asumir que eso es un escollo más contra el que tenemos que luchar. Si lo enfrentamos, si nos esforzamos más, superaremos también la incapacidad de los árbitros. A eso debemos superar.
Entonces, celeste, no hay que olvidarnos de eso. Si Cristal no regresó con los tres puntos fue por cosas fuera de su alcance. Yo aplaudo al equipo que puso todo, que volvió a actuar como grande y que jugó respetando su historia, su hinchada y su camiseta. Yo, como todos, hubiera preferido ganar pero me voy tranquilo con este empate.
Pero no me malinterpretes.
No me voy tranquilo por el empate por que se lo hayamos sacado al Aurich o porque considere que es una hazaña traerse un punto desde Chiclayo.
Yo me voy tranquilo por que este equipo celeste jugó “siendo Cristal” y eso, como te lo dije en un inicio, me importa mucho más que un resultado. Se puede perder “siendo Cristal” y yo, ahí, me quedaría tranquilo. Intranquilo me quedaría si el equipo ganase sin ser Cristal. Total, para eso están los otros equipos.
¿Algo más?
Si.
1. Que grande el Chino Ximénez. No hay quien lo pare. El buen goleador va camino a ganarse un puesto de privilegio en la historia cervecera. No sólo es un tipazo sino que declaró su respeto y cariño por la institución y es un muy buen jugador. El cariño y la gratitud de la hinchada ya las tiene, ojalá tenga siempre los de la dirigencia.
2. La reglamentación nos obligaba a cambiarnos de pantalón por que no podíamos coincidir en color (blanco) con el Aurich. Ante esta situación, felizmente ya no se repitió la elección del amarillo. Cristal no sólo cambió su pantalón blanco por un celeste sino que también cambió su camiseta para estrenar la blanca. Si bien este cambio no era necesario, se debe saludar que la opción escogida para este partido haya sido un color más cercano a la identidad cervecera.
Cristal no jugaba de blanco desde la Copa Merconorte del 2000 cuando perdió en Guayaquil frente a Emelec. Felizmente esta vez la camiseta blanca tuvo una buena reaparición.
3. Si bien es cierto que podríamos tener más puntos de los que tenemos logrados hasta el momento, la campaña de Cristal es muy buena. A poco de terminar la primera rueda del campeonato, estamos terceros tras las universidades. Recuerda, Celeste, que al inicio de temporada sabíamos que la principal obligación del equipo era el desagravio con su hinchada por la temporada pasada y, aunque yo siempre voy a pedir más, creo que ese objetivo se viene cumpliendo con creces.
La separación fue larga y dolorosa pero felizmente ya terminó. Despues de dos semanas de visita, Cristal regresa al San Martín para enfrentar a Chalaco. Luego viene Alianza Lima y así como despachamos a los de Ate, tendremos que hacer los mismo en La Victoria. Ya nos demostraron que pueden, hay que apoyarlos para que lo sigan haciendo.